Hola, chicos ¿Cómo están?
Esta es la segunda entrada del blog, y la primera vez que converso con ustedes
en 2015. Hay varios temas de los que quisiera hablarles, pero me pareció bueno
empezar el año mostrándoles mi proyecto más importante. Se trata del primer
capítulo de mi novela La princesa valiente, en la que
estoy trabajando en la actualidad. Hasta el día de hoy, escribí 34 capítulos, y
me faltan siete u ocho para acabarla. Planeo ponerle el punto final en los
primeros días de febrero, después de lo cual tendré que dedicarme a tapar
baches y a enderezar la trama.
No doy más vueltas. Los dejo
con la historia: espero que les guste.
(Para leer otros capítulos, toca aquí).
(Para leer otros capítulos, toca aquí).
Capitulo
1
El
caballero sin nombre
Mamá me escoltó fuera del
castillo. La brisa agitaba incontables banderas multicolores, y un centenar de
tiendas refulgían al sol, esparcidas por la colina. La gente de todo el reino
llegaba por los caminos y se reunía entre los corceles y las armaduras
caminantes, mezclando sus voces al canto matutino de las aves.
Pero yo estaba ajena a esa
excitación, a las risas de los niños que presenciaban las locuras de los
bufones, a los suspiros que los bardos arrancaban a las doncellas. Lo único que
quería era volver a mi habitación, quitarme el vestido de encima y dormir hasta
que acabara esa locura.
— Ya hablamos sobre el tema,
Madeleine— dijo mamá—. No conseguirás nada con ese berrinche.
— No quiero ver el torneo—
insistí, levantando el borde de mi vestido turquesa. Era tan largo que un
descuido me enviaría de bruces al suelo—. Ni siquiera me dejan participar…
— Ninguna mujer participa de
los juegos: eso lo sabes de sobra. Tu padre fue flexible permitiendo que participaras
en el torneo de arquería y tú te negaste.
— Papá sabe que soy un
desastre con el arco: lo mío es la espada…
— La espada es para los
hombres.
— Podría vencer a la mitad
de estos caballeros si me lo permitieran.
— No dudo que puedas, digo
que no debes. Los torneos no son para mujeres. Nosotras tenemos otros asuntos
de qué preocuparnos.
— Ya lo sé— puse los ojos en
blanco—. Nosotras tenemos que lucir bonitas y hablar siempre con cortesía. ¿Por
qué no puedo actuar como yo misma?
Mi madre dejó de caminar y
me tomó de los hombros. Los caballeros que nos escoltaban formaron una muralla
entre nosotras y el resto del mundo.
— Eres una princesa de
Dermorn— dijo—. Tu deber es aprender a ser una buena esposa.
— ¿Esposa?— la palabra en sí
era como una patada en las entrañas—. Apenas tengo diecisiete años ¿Crees que
tengo la edad para pensar en eso?
— Yo me casé con tu padre a
los quince…
— El mundo cambió mucho
desde entonces.
— Las leyes de Dermorn, no.
— Ni siquiera puedo elegir
al candidato.
— Eso tampoco te
corresponde, lo sabes bien.
— ¡Pero en el resto del
mundo…!
— En el resto del mundo hay
gente que muere de hambre, reina el crimen y la guerra— me interrumpió mamá,
con sus ojos fijos en los míos—. Dermorn es nuestro hogar, y hay que
protegerlo, mantener la paz que tenemos desde hace casi dos siglos. Tu papá y
yo hacemos lo que está en nuestras manos para que seas feliz, pero hay asuntos
con los que no se juega. De tu comportamiento depende el futuro del reino.
— No quiero sentarme en el
estrado, sonriendo como una idiota todo el día.
— No quieres, mas debes
hacerlo. Si no es por el reino, hazlo por tu prima. Sabes lo mucho que
significa para ella…
— Lo sé— dejé caer la
mirada—. Hay que dar una buena impresión a la familia Brendam…
— Exacto— mamá me tomó las
manos y sonrió—. Compórtate y disfruta del espectáculo. Tenemos los mejores
asientos y el campo de justas está lleno de caballeros muy guapos. Sonríele a
un par si te sube el ánimo. Al final hasta te divertirás.
Me obligué a curvar los
labios.
— Está bien, mamá. Lo
intentaré.
Nunca pude negarme a su
sonrisa. En el castillo, todos insistían en que heredé su belleza, pero yo sé
que lo decían de pura cortesía. La verdad es que ni en sueños podía compararme
con Stella. A donde iba, sus labios se curvaban en ese gesto tan encantador y
sabía exacto qué decir para hacer sentir mejor a la gente. En cambio, yo apenas
caminaba con uno de mis vestidos, y una cena importante era como el examen más
complicado de la escuela: recordar qué tenedor iba bien con cada comida
requería de toda mi concentración. Tampoco se me daba bien la costura.
No hay que malinterpretar.
Los vestidos me gustan, y podía perderme entre coloretes y faldas toda una
tarde, igual que cualquier chica. Sin embargo, para mí, ser mujer significaba
más que eso…
Mamá me escoltó hacia el
estrado que levantaron junto al campo de justas. La gente se apretaba ante la
liza, rodeando a los caballeros que se alistaban para la batalla. El relincho
de los caballos y el golpeteo de los martillos sobre el metal, se perdían entre
el murmullo de voces.
Mi asiento era uno de los
más privilegiados, pero se lo hubiera cambiado a cualquiera en el reino. A mi
derecha estaba sentada Adaleia, la hija menor del rey se Starivia. Eso no era
malo, puesto que la niña apenas tenía diez años y era bastante tímida. El
problema era que a mi izquierda se sentaba Ámbarin, la hija mayor. Era una de
esas chicas cuya presencia vuelve inseguras al resto de las mujeres. Sus
movimientos eran altaneros, su sonrisa era tan perfecta que parecía falsa y una
mirada de sus ojos era capaz de matar.
— Es un fastidio tener que
esperar tanto por el torneo— dijo cuando me senté a su lado. Jugueteaba con un
mechón de su brillante cabello azabache—. ¿No puedes hacer algo para acelerar
el inicio?
— No.
— Si estuviéramos en
Starivia, solo tendría que aplaudir y media corte se doblaría ante mis pies.
— No lo dudo…—. Como su
hermano Andretious era mayor que ella, nunca se convertiría en reina de
Starivia. No obstante, eso no le impedía actuar como si ya la hubieran
coronado.
Volteé el rostro, creando
una rizada cortina de cabello entre la muchacha y yo. Cuando miré al campo de
justas, dos jinetes pasaron ante mí, lanzándome besos. Me sonrojé y decidí que
lo mejor era mirarme los pies hasta nuevo aviso. Si alguien quería dedicarme
alabanzas, estaba bien, pero recibir besos de los primos de Ámbarin me
provocaba arcadas.
Pasé algunos minutos con la
vista en el suelo, soñando con volver al castillo y encerrarme en mi torre. Mi
padre se acomodó en la cima del estrado, junto a mamá. Para entonces, las
gradas excedían su capacidad.
— Bienvenidos a Camin
Balduin— dijo papá. Su voz era potente y cada palabra me llegó con claridad a
pesar de la distancia—. Les agradezco por venir y espero que disfruten del
torneo que preparamos en honor a la familia Brendam, y muy en especial al rey
Darbious, a quien agradezco su visita.
Darbious, sentado a su
derecha, se puso de pié y se inclinó ante el aplauso del público. Era un hombre
tan alto y corpulento, que mi padre parecía un desnutrido a su lado. Tenía el
cabello negro como la noche y sus ojos azules parecían tan sagaces como los de
un halcón. Su esposa, Adelia Melberine, también se paró a saludar. Era un calco
de Ámbarin: en la distancia siquiera se notaban las arrugas que las diferenciaban.
— Esta reunión significa
mucho para Dermorn y Starivia por igual, pero más significado tiene para mi
sobrina Gabrielle—. Mi prima se puso de pié cuando papá la mencionó. Su vestido
violeta resaltó el rubor en sus mejillas—. Y es que ninguno estaría aquí hoy
sin ella y su amor por Andretious, heredero al trono de Starivia. En homenaje a
su compromiso es que digo ¡Que empiecen los juegos!
— ¡Al fin!— exclamó Ámbarin
mientras la gente aplaudía y gritaba con expectación. Cerré los puños y luché
para no soltarle un puñetazo en el rostro.
Al torneo se presentaron
caballeros de toda Europa, lo que prometía un gran espectáculo. Mi hermano
mayor fue el primero en llevar su corcel junto a la liza. Al ver a Galadrius
con su armadura, luciendo el rojo y dorado de la familia Deveraux, se lo podía
confundir con mi padre. Su rostro y nariz eran afilados, y el cabello castaño
se le alborotaba con el viento.
Me sorprendió ver que su
oponente era Philip de Castelbrick, el hermano de mamá. Al igual que ella,
tenía el cabello rubio, y sobre su armadura llevaba una sobreveste verde, con
un unicornio estampado en plata.
El heredero de Castelburgo
era inteligente, más ducho jugando al ajedrez que con las lanzas de torneo, y
así quedó demostrado. El público aplaudió a mi hermano cuando destrozó la
primera lanza en el peto de su oponente, y aclamó de pie cuando la segunda
derribó a Philip de su montura.
— No es rival para mi
hermano— dijo Ámbarin, quitando relevancia al triunfo de Galadrius.
El siguiente en luchar, fue
precisamente Andretious Brendam. Era tan alto como su padre, aunque, en mi
opinión, mucho más atractivo. Llegó con una armadura tan lustrada que parecía
hecha de espejos. En su escudo negro, brillaba el dragón dorado de la familia
Brendam.
Su oponente se acercó al
estrado. Era un joven que, por su rostro, apenas alcanzaba la mayoría de edad.
Sostenía en alto una rosa y detuvo su corcel ante mí.
— La belleza de esta rosa no
se compara al sol que se esconde tras tus ojos— dijo, con sus pupilas azules
puestas en las mías—. No obstante, te la entrego a vos, implorando por una
sonrisa que sea mi bandera en la batalla.
Eran palabras empalagosas,
de modo que me sonrojé.
— Gracias…— balbuceé.
— Mi hermano te acabará—
dijo Ámbarin, mientras el caballero iba a la liza. Me quedé contemplando la
rosa, con el corazón acelerado.
Cuando volví a mirar al
caballero, este tenía su vista fija en mí. Se puso el yelmo y un escudero le
entregó la lanza. El blasón en su escudo me resultó desconocido: un grifo
plateado sobre campo púrpura. Justo me preguntaba cual sería su nombre, cuando
inició su galope, con la lanza apuntando al frente.
Se encontraron al centro del
campo. La lanza de Andretious voló hecha astillas cuando golpeó el pecho de su
oponente. El caballeo sin nombre cayó de bruces al suelo y yo contuve la
respiración. Ámbarin soltó una carcajada.
Gracias por leerme. ¿Conocen
a alguien tan fastidioso como Ámbarin? Comenten, y suscríbanse al blog. Habrá
entradas nuevas cada semana. ¡Hasta la próxima!
Excelente narrativa.
ResponderEliminarMuchas gracias. Si le gusta la novela, puede leer más siguiendo los enlaces que aparecen en el indice. Todos los lunes aparecen nuevos capítulos.
EliminarSaludos.
Si, esta muy buena, gracias por compartir amigo ;)
EliminarGracias por comentar. Si te gusta la novela, te recomiendo que busques en los archivos. Publico un capitulo nuevo todos los lunes. Te dejo un enlace al indice, donde aparecen todos. Saludos.
Eliminarhttp://el-escritor-isla-le.blogspot.com/2015/02/la-princesa-valiente-indice.html